“QUIEN ALGO QUIERE, ALGO LE CUESTA”, LA SUERTE LA SIEMBRA CADA UNO CON SUS DECISIONES Y SUS ACCIONES

Hay muchas personas que durante su vida se imaginan o sueñan cómo sería su vida, su trabajo, su casa, sus vacaciones, su relación de pareja, su vida familiar, su apariencia física…si las cosas fueran diferentes.

¿Eres de los que sueñas o deseas que las cosas cambien pero no haces nada para que así sea?. ¿Te pones excusas constantemente hasta convencerte a ti mismo que “no puedes”, “no tienes tiempo”, “esto no es para ti”, “eres demasiado mayor”  o que “no tienes fuerza de voluntad” para luchar por algo que te haría sentir mejor?.

Todos sabemos que uno de los factores principales para lograr nuestros objetivos, sean cuales sean (conseguir un ascenso laboral, aprender un idioma, mejorar nuestro rendimiento deportivo, cambiar nuestros hábitos por unos más saludables…, es la constancia.

Siendo realistas, en el 95% de los casos, el éxito espontáneo no existe. Cuando vemos a una persona exitosa apreciamos la parte bonita (el reconocimiento, el premio, la compensación económica…), pero detrás de todo ello hay la batalla que esa persona ha tenido que vivir y ganar: fracasos, decepciones, miedos, trabajo duro, sacrificio, constancia, desmotivación, críticas, rechazo…

Vamos a ver cómo podemos mantener la constancia cuando queremos conseguir un objetivo o una meta:

  1. El primer paso para conseguir ser constantes es crear y seguir hábitos saludables habiendo hecho un análisis previo de las causas o motivos por los cuales no hemos sido capaces de mantener en el tiempo el esfuerzo que merecía alcanzar nuestro propósito. Si te paras a pensarlo, que no seas capaz de mantener una alimentación saludable o salir a correr media hora cada día no es una causa. La falta de constancia es una consecuencia, es el resultado de las decisiones que tomas en tu cabeza (lo que nos decimos a nosotros mismos o como enfocamos nuestro objetivo), por lo tanto, para adquirir nuevos hábitos primero tenemos que conocer las barreras o límites que hasta el momento nos han impedido crear la base sólida de nuestra constancia. Analiza qué mensajes le has estado mandando repetidas veces a tu cerebro: “no puedo”, “no sirvo para esto” o “no lo voy a lograr”. Esto son tan solo excusas para no afrontar la resistencia al cambio, ya que el cambio en la mayoría de los casos nos asusta, así que, deja de engañarte a ti mismo, Si no quieres no lo hagas, pero no te digas que eres incapaz de intentarlo. Tu mente se cree todo lo que le dices y crea una percepción de ti respecto a lo que te repites (autoestima). No quieres y punto.
  2. Visualizar: Se ha demostrado científicamente que cuando visualizamos, el cerebro activa los mismos circuitos cerebrales que activa cuando lo realizamos a modo real, y se van grabando determinados patrones de conducta que luego ejecutaremos de manera natural. Por lo tanto, al visualizar, nos generamos unas emociones que nos incitan a buscar la manera de lograrlo. Es un entrenamiento mental de aquello que queremos alcanzar donde nuestro cerebro se prepara, anticipa y aumenta la probabilidad de éxito ya que a la hora de afrontar esa situación a nivel real,  a nuestro cerebro le va a resultar familiar dicha situación y sabrá cómo actuar sin tanta presión y con las emociones adecuadas.
  3. Control de emociones: nuestras emociones y estado de ánimo van a influir directamente en nuestra motivación y fuerza de voluntad, y eso va a repercutir en nuestro grado de constancia. La motivación no es siempre igual, tiene subes y baja en todas las personas. Nadie consigue estar de forma constante motivado y con un buen estado de ánimo, pero justamente eso no debe ser un impedimento para conseguir nuestro objetivo. Por eso es tan importante crear hábitos y ser constantes, porque cuando la motivación y la emoción bajan, la constancia y los hábitos persisten y nos mantienen enfocados y en el camino de conseguir nuestro objetivo.
  4. Lo más complicado y difícil no es empezar, sino mantenerse constante en el tiempo. Ir al gimnasio un día es fácil, incluso puede resultar divertido, en cambio, ir a entrenar cada día para tener más fondo, tonificar tu cuerpo, para conseguir el objetivo que te habías propuesto a principio de año o cuando sea, no lo es tanto.
  5. Disfruta del camino y no te centres solo en el resultado final. Visualizarte consiguiendo el objetivo o la meta que te habías marcado al inicio está muy bien pero si solo nos quedamos con eso y no ponemos atención en qué y cómo vamos a hacer para llegar a nuestra meta, hay muchas probabilidades de que abandones a mitad de camino por no haber planificado bien el plan a seguir. Para conseguir una meta a largo debemos ir alcanzando otras a corto plazo, las cuales nos marcarán el camino a seguir y nos mantendrán motivados durante el proceso. La felicidad, el éxito o como quieras llamarlo, no es un destino, sino disfrutar de lo que haces por el camino.
  6. Calendario de metas a corto plazo y constancia. Es muy aconsejable tener una lista o calendario con pequeñas metas a corto plazo, las cuales nos van a servir de guía para llegar a nuestra meta final. Cada vez que consigas una, táchala de la lista y felicítate por ello. también puedes ir añadiendo de nuevas. Esto te ayudará a seguir enfocado con tu objetivo, incluso cuando la motivación baje o ese “alien” interno que todos tenemos te anime a no seguir o a hacer lo que te apetece y no lo que te conviene: ya es muy tarde, si hoy no entreno da igual, si me como un donuts hoy da igual, por un día no pasa nada…

No olvides que ser constante te hace ser cada vez más constante y esto ayuda a tu mente a tener la sensación de orden a tu vida. Deja pasar un mínimo de 21 días haciendo cada día algo que nunca habías hecho y verás como al final se convertirá en un hábito y te saldrá o lo harás sin pensarlo.